SERVICIO DE CALIDAD

Ofrecemos atención personalizada, desde un abordaje integral y multidisciplinar, dirigida al paciente y a sus familiares. Realizamos presupuestos a medida.

DIFERENTES PERSONAS, DIFERENTES EDADES

Nuestras instalaciones y nuestro equipo de profesionales hacen posible la atención a personas de todas las edades, con diferentes trastornos, enfermedades o lesiones, y sus diversos síntomas o consecuencias (físicas, psicológicas, sociales, etc.)

ALQUILER DE INSTALACIONES

Nuestras instalaciones son novedosas en Aragón, debido a la singularidad de nuestra piscina terapéutica. Por ello, las ponemos a disposición de otras asociaciones y fundaciones, para que todos podamos aprovecharnos de los beneficios de esta Unidad Acuática y de Rehabilitación.

FORMACIÓN

El equipo multidisciplinar, el equipamiento y los materiales que tenemos en la Unidad nos permiten realizar cursos de formación destinados al avance y la mejora de los tratamientos de rehabilitación.

EQUIPO

El equipo de personas que consigue que esta Unidad salga adelante está formado por profesionales con gran entusiasmo, amplia experiencia y formación, y una calidad humana privilegiada.

Los profesionales de Trauma Aragón http://www.traumaaragon.com/, del Instituto Avanzado de Psicología Integral (IAPI) www.iapi.es y de Los Pueyos http://fundacionvirgendelpueyo.blogspot.com.es/ se unen para formar un equipo multidisciplinar destinado a la prevención, el desarrollo, la intervención y rehabilitación integral de personas con diferentes trastornos, enfermedades o lesiones, así como a la atención de sus familiares y cuidadores.


viernes, 24 de abril de 2015

UNA DE LAS CLAVES DE NUESTRO TRABAJO

 
Fundamental en el trabajo de personas con trastorno de conducta pero también en el trato a cualquier niño, adolescente, adulto o anciano.
 
"Para obtener conductas positivas,
hay que utilizar medios positivos"
 
M. Guerrero - Psicóloga
 
 

viernes, 17 de abril de 2015

LOS TRASTORNOS DE CONDUCTA EN EL CEREBRO ALTERADO

Los trastornos de conducta como consecuencia de una alteración en el desarrollo del cerebro o de un daño sobrevenido suponen un obstáculo importante en el proceso rehabilitador. Cuando se dan en la edad adulta, estos trastornos consisten en la aparición un grupo confuso de síntomas que cambian la personalidad del individuo. Cuando estos síntomas aparecen en la infancia, no se observa cambio de personalidad, si no que se va desarrollando una personalidad peculiar. Estos síntomas son especialmente persistentes y pueden empeorar si no se pone en marcha una intervención específica, como tratamientos psicológicos a nivel neuropsicológico y cognitivo-conductual, donde entraría la rehabilitación cognitiva, la modificación de conducta y las estrategias cognitivas. Según estudios, muchos pacientes con problemas de impulsividad mejoran con claves ambientales y refuerzos externos, reentrenamiento cognitivo, auto-instrucciones y estrategias meta-cognitivas (Mateer, 1999). Esto se hace aún más relevante si tenemos en cuenta que varias investigaciones demuestran que no hay tratamientos farmacológicos que mejoren algunos estos síntomas.
 
 
 

A mediados del siglo XIX comenzaron a aparecer los primeros trabajos que documentaban estas alteraciones de conducta y cambios de personalidad en pacientes con lesiones en el lóbulo frontal. El famoso caso de Phineas P. Gage en 1823 aportó gran información. En 1888, Mortiz Jastrowitz utilizó el término “moria” para referirse a la risa descontextualizada y al humor extraño de algunos pacientes con tumores en el lóbulo frontal. En el mismo año, Leonor Welt describió la conducta agresiva de un paciente después de un traumatismo craneoencefálico. Posteriormente, fueron apareciendo otras descripciones clínicas que añadían rasgos como la impulsividad, el infantilismo y la conducta socialmente inadecuada.

Actualmente, encontramos tres síndromes frontales, el síndrome prefrontal orbital que se caracteriza principalmente por la aparición de un estado pseudopsicopático con cambios de personalidad, desinhibicón, irritabilidad y agresividad, el síndrome prefrontal dorsolateral que se caracteriza por la pérdida de flexibilidad mental y tendencia a la perseveración, dificultad para resolver problemas, para el recuerdo temporal de acontecimientos y para realizar actividades motoras, entre otras, y el síndrome medio basal o cingular que se caracteriza por una ausencia de expresión de cualquier tipo de emoción (mutismo akinético), apatía e inexpresividad.

En general, los tres tipos de síndromes suponen una gran dificultad para responder adecuadamente a las interacciones sociales, con las limitaciones que esto conlleva a todos los niveles. Pero estas alteraciones también pueden aparecer en enfermedades neurodegenerativas cuando hay lesión o pérdida neuronal en los lóbulos frontales, como la enfermedad de Pick, y en casos de daño frontal perinatal y en la infancia temprana, que puede producir lo que se llama “discapacidad de aprendizaje social y de conducta” con aparición de conductas antisociales.
 
La recuperación de estos déficits depende de varios factores, entre ellos la etiología, la extensión y la localización del daño o alteración neuronal. Los tratamientos farmacológicos han de ser complementarios a los programas de rehabilitación, quienes ocuparán un papel protagonista. Resulta de vital importancia la intervención psicológica con los familiares y cuidadores profesionales, puesto que la familia juega un papel muy importante en la intervención con este tipo de personas (Sohlberg & Mateer, 2001).
 
María Guerrero
Psicóloga Sanitaria y Neuropsicóloga
FUNDACIÓN VIRGEN DEL PUEYO
Fuentes:
Sánchez Cubillo, I., Lertxundi, N., Quemada, J.I., Ruiz Ruiz, R., Trastornos del comportamiento en el daño cerebral adquirido. Revista Acción Psicológica, 2007; 4 (3): 101-13.
Ardila, A., Ostrosky-Solís, F. Desarrollo histórico de las funciones ejecutivas. Revista Neuropsicología, Neuropsiquatría y Neurociencias, 2008; 8 (1): 1-21.

 

viernes, 10 de abril de 2015

IMPORTANCIA DE LA PREVENCIÓN EN EL DESARROLLO DE LOS NIÑOS

El desarrollo psicomotor es un proceso que iniciamos desde recién nacidos, una secuencia de habilidades que van apareciendo en especial durante el primer año de vida, y que son consecuencia de la maduración de nuestro Sistema Nervioso. Cuando estas habilidades o hitos del desarrollo se dan en el periodo de tiempo adecuado, hablamos de desarrollo normal.
 
Sin embargo, pueden darse retrasos en la aparición de determinados hitos, o bien anomalías en su ejecución. En estos casos, hablamos de alteraciones en el desarrollo, que pueden indicar el riesgo del niño de padecer una discapacidad. Es en este contexto de riesgo donde, una vez evaluada y concretada una alteración, debemos intervenir para prevenir la posible patología. La intervención, debe consistir en el diseño de una terapia específica para el niño de riesgo, cuya aplicación sea la suma de la actuación profesional y el conocimiento y participación de los familiares y el entorno más cercano del niño.
 
Las etapas del desarrollo se alcanzan simultáneamente en varios niveles: motor, sensorial, perceptual, cognitivo, emocional, social y cultural. Es necesario valorar al niño en cada una de estas áreas, pero también el conjunto de todas ellas, sin olvidar que todos los aspectos están relacionados y van a influir los unos sobre los otros. De hecho, el desarrollo de un individuo no sólo depende de su genética sino que también está fuertemente marcado por los estímulos que recibe del medio y la manera en que interaccione con ellos.
 
La importancia de la prevención temprana, está en que permite una intervención precoz, y cuanto antes se produzca ésta, mayor probabilidad tiene el niño de minimizar su riesgo de discapacidad. Esta necesidad de precocidad tanto en la detección de la alteración como en la actuación sobre ella, se debe a que los niños más pequeños poseen una gran neuroplasticidad; es decir, su Sistema Nervioso tiene mayor capacidad de auto-organizarse y formar nuevas conexiones que permitan solventar el problema que se presenta.
Numerosos estudios realizados al respecto, nos permiten reconocer distintos signos de alerta durante el desarrollo psicomotor de los niños. Es importante que estos signos sean conocidos por todas aquellas personas que trabajan o conviven con los niños desde su nacimiento, de manera que ante la detección de cualquiera de ellos, o ante la propia impresión de que “algo no va bien”,  el niño pueda ponerse cuanto antes en manos del equipo profesional adecuado. Esta forma de proceder es, en definitiva, anticiparse a la enfermedad futura, prevenir en el campo de la salud, y la prevención precisamente, es el tratamiento más eficaz conocido hasta el momento.
Pilar García
FISIOTERAPEUTA
Fundación Virgen del Pueyo