SERVICIO DE CALIDAD

Ofrecemos atención personalizada, desde un abordaje integral y multidisciplinar, dirigida al paciente y a sus familiares. Realizamos presupuestos a medida.

DIFERENTES PERSONAS, DIFERENTES EDADES

Nuestras instalaciones y nuestro equipo de profesionales hacen posible la atención a personas de todas las edades, con diferentes trastornos, enfermedades o lesiones, y sus diversos síntomas o consecuencias (físicas, psicológicas, sociales, etc.)

ALQUILER DE INSTALACIONES

Nuestras instalaciones son novedosas en Aragón, debido a la singularidad de nuestra piscina terapéutica. Por ello, las ponemos a disposición de otras asociaciones y fundaciones, para que todos podamos aprovecharnos de los beneficios de esta Unidad Acuática y de Rehabilitación.

FORMACIÓN

El equipo multidisciplinar, el equipamiento y los materiales que tenemos en la Unidad nos permiten realizar cursos de formación destinados al avance y la mejora de los tratamientos de rehabilitación.

EQUIPO

El equipo de personas que consigue que esta Unidad salga adelante está formado por profesionales con gran entusiasmo, amplia experiencia y formación, y una calidad humana privilegiada.

Los profesionales de Trauma Aragón http://www.traumaaragon.com/, del Instituto Avanzado de Psicología Integral (IAPI) www.iapi.es y de Los Pueyos http://fundacionvirgendelpueyo.blogspot.com.es/ se unen para formar un equipo multidisciplinar destinado a la prevención, el desarrollo, la intervención y rehabilitación integral de personas con diferentes trastornos, enfermedades o lesiones, así como a la atención de sus familiares y cuidadores.


viernes, 27 de noviembre de 2015

EL ESTRÉS EN EL TRABAJO

El estrés en el ámbito laboral es uno de los más estudiados, puesto que abarca gran parte del tiempo diario de una persona. El estrés laboral puede entenderse como exigencias procedentes del entorno (trabajo, familia, …) o de uno mismo, que exceden la capacidad percibida de la persona para afrontarlas. En este tipo de estrés, que puede padecer cualquier trabajador o ama de casa, intervienen aspectos físicos y de organización, así una buena distribución del trabajo diario de la empresa, grande o pequeña, o del propio hogar, eliminará una fuente importante de estrés y aspectos sociales como habilidades comunicativas y de relación, que nos va a ayudar a reducir nuestro estrés. Todo ello influirá en el clima que se cree en la empresa, principio básico de calidad y por tanto de salud.
 
Un cambio o la novedad de una situación nos hace disparar nuestro mecanismo de alerta para afrontar nuevos objetivos. La falta de información o la incertidumbre nos provoca inseguridad. En ocasiones, se dan problemas con el rol, debido a su ambigüedad o por conflictos entre los roles, cuando éstos no están bien definidos como puede ocurrir en algún mando intermedio, nuestra respuesta al estrés puede generarnos una fuerte carga de ansiedad. Cabe añadir que el estrés puede deberse tanto al exceso de trabajo como al hecho de no tener nada que hacer. Sin embargo, sobre todas estas situaciones destaca la vivencia de cada persona, muchas veces el trabajo se convierte en un exceso de estrés por cómo lo vive la persona, por su valoración de la situación.
 
 
El resultado final del estrés no resuelto en el trabajo da lugar a una sensación de incapacidad para llevar a cabo nuestros objetivos, es lo que el psicólogo H. J. Freudenberger acuñó en 1974 como Burnout o "estar quemado en el trabajo", para referirse a una forma específica de estrés padecida por trabajadores de profesiones asistenciales en contacto directo con las personas. El Burnout es una respuesta inadecuada ante un estrés emocional crónico, caracteriza por el desgaste o cansancio emocional, por la despersonalización que hace que la persona tome una actitud fría y distante ante los demás, y por el sentimiento de incompetencia o inadecuación personal cuando se tiene la sensación de que las demandas superan la propia capacidad o por todo lo contrario. Las consecuencias que el Burnout produce se reflejan en un agotamiento de las reservas de energía, una menor resistencia a las enfermedades, un aumento de la insatisfacción y el pesimismo, y, un aumento del absentismo y de la ineficacia en el trabajo.
 
La Psicología de la Salud se ha centrado de forma muy especial en el estudio del estrés laboral debido a su directa relación con las denominadas enfermedades psicofisiológicas o psicosomáticas. La intervención de la psicología en este campo se dirige a la reducción de los síntomas fisiológicos mediante técnicas de respiración y relajación, a la modificación de los pensamientos para una interpretación adecuada de la realidad mediante técnicas de reestructuración cognitiva, a mejorar el enfrentamiento a los problemas mediante técnicas de solución de problemas, a mejorar las habilidades sociales para conseguir unas relaciones personales más satisfactorias. En definitiva, su objetivo es entrenar a las personas con estrés laboral o con síndrome de burnout en estrategias para el manejo y el afrontamiento del estrés.
 
Una buena forma de empezar a reducir los niveles de ansiedad es fomentar una buena relación trabajo-familia. Ambos ámbitos de nuestra vida están muy ligados, por ejemplo, acontecimientos tales como el nacimiento de un hijo o una pérdida familiar, provocan un estado de estrés en nosotros que no podemos separar del ámbito laboral. También ocurre al revés, un ascenso o un descenso en el trabajo o un suspenso de sueldo, son situaciones estresantes que muy probablemente repercutirán en nuestra vida familiar. Pero nuestras relaciones personales no siempre son fuente de estrés, en muchas ocasiones suponen un importante apoyo social para nosotros. Las relaciones personales en el trabajo y fuera de él son un elemento importante del ambiente en el que se desenvuelve una persona y en el que desarrollar su trabajo, por ello, se convierte en una fuente potencial de estrés, sin embargo, esas relaciones son también la causa y el origen de la satisfacción laboral, uno de los aspectos más deseados del mismo e incluso uno de los fenómenos que más contribuye a disminuir el estrés o a amortiguar sus consecuencias.
 
Es necesaria la desconexión, es decir, aprender a dejar los problemas del trabajo una vez finalizada la jornada laboral y aprender a dejar los problemas familiares cuando nos dirigimos al ámbito laboral. Generalmente, nuestro tiempo libre es el espacio más problemático y en el que menos se cumple la regla de la desconexión. Existen numerosas actividades que permiten dicha desconexión, se debe cuidar el tiempo de ocio realizando actividades que generen satisfacción y sirvan de evasión de la vida laboral, así mismo se deben fomentar las relaciones sociales fuera del trabajo, con amigos o familiares por ejemplo. La realización del ejercicio físico ayuda a la reducción de los síntomas fisiológicos de la ansiedad, reduce por tanto nuestros niveles de ansiedad.
 
En definitiva, se trata de armonizar tensiones, emociones y necesidades para asegurar el bienestar físico y psicológico.
 
BERTA GUERRERO
PSICÓLOGA SANITARIA

viernes, 13 de noviembre de 2015

¿QUÉ ES REALMENTE EL ESTRÉS?

Una mayoría de personas hablan del estrés como algo negativo. El sentimiento de "qué agobiado estoy" es, probablemente, uno de los más cotidianos y el más asociado al estrés. ¿Quién no se ha sentido "agobiado" alguna vez?. El agobio es una respuesta emocional que surge cuando percibimos una situación como estresante y realmente se trata de una emoción negativa.
 
Para sorpresa de muchos, el estrés es un proceso altamente positivo que nos permite adaptarnos a las exigencias de los diferentes escenarios en los que nos movemos. Conocemos lo que Darwin pensaba de cómo las emociones han ayudado a los hombres durante millones de años a sobrevivir en el medio que les rodea. El lloro de un bebé probablemente manifiesta hambre, incomodidad o demanda de compañía, también adivinamos que cuando llegamos a casa y nuestra pareja está sonriente probablemente tiene una buena noticia que darnos, si en cambio tiene un gesto de enfado, quizás se nos ha olvidado comprar aquello que nos pidió. La expresión de las emociones es, además, un regulador de nuestras interacciones con los demás.
 
¿Pero, es lo mismo el estrés y la ansiedad? Seguramente, muchas personas hablarán de su ansiedad o de su estrés de forma indistinta, pero esto es un error que debemos corregir. A diferencia de la ansiedad, el estrés no es una emoción o un sentimiento. El estrés es un proceso psicológico que pasa por diversas fases y que se desencadena en el momento en que nos encontramos ante una demanda, bien sea interna (pensamientos o ideas que podamos tener respecto a algo) o bien externa (situaciones), ante la cual necesitamos dar una respuesta de afrontamiento, que pone en marcha toda una serie de recursos tanto fisiológicos como psicológicos.
 
Por ejemplo, ante un gran tránsito de vehículos podemos pensar "voy a llegar tarde" y este pensamiento pone a nuestra disposición todo un mecanismo de tensión muscular y rapidez para correr más, y agudeza de reflejos para emprender otro recorrido distinto al habitual. Todo ese proceso de activación que hemos llevado a cabo para conseguir nuestro objetivo ha conseguido que pensáramos en darnos prisa o en coger un camino  más corto, la activación fisiológica como la aceleración del corazón también nos ha permitido realizar dicha conducta y hacer frente a la situación. Si llegamos puntuales o menos tarde de lo que creíamos, habremos afrontado exitosamente la situación y aceptaremos que cierto estrés es imprescindible para nuestra vida cotidiana.
 
El estrés es una respuesta general de nuestro organismo, que nos permite afrontar todo tipo de situaciones utilizando nuestros propios recursos de forma adecuada. Estamos ante una respuesta adaptativa que permite nuestra supervivencia. Pero ¿qué ocurre cuando nos vemos expuestos a un exceso de estrés?, este exceso puede deberse, por un lado, a la exposición a múltiples o muy importantes situaciones estresantes y, por otro lado, a la falta de recursos apropiados para hacerlos frente. Cuando esto ocurre nuestro organismo no puede hacer frente al estrés de forma adecuada, aparece la ansiedad y el proceso se vuelve desadaptativo.
 
 
La emoción más importante dentro del estrés es la ansiedad, al igual que el resto de las emociones, ésta se manifiesta mediante respuestas diferentes, como pensamientos, ideas o imágenes, también como incremento de activación fisiológica como el ritmo cardíaco y la sudoración, en ocasiones con oportunistas dolores de cabeza, musculares o estomacales, y también  como conductas de tipo motor, gesticulación, morderse las uñas o tocarse el pelo.
 
Cada persona presenta diferentes reacciones ante la ansiedad en función de las características personales, se trata de estilos aprendidos desde niños a través de nuestro entorno más cercano, generalmente, la familia. Este aprendizaje va forjando nuestras características de personalidad y a su vez, conlleva la adquisición y entrenamiento de los recursos personales frente a las situaciones, que formarán parte de nuestro repertorio de habilidades y estrategias. En ocasiones, la ansiedad no viene por un exceso real de estrés, sino por la percepción que nosotros tenemos de ese estrés. Puede que incluso tengamos los recursos necesarios para hacerle frente pero ignoremos cómo utilizarlos. La Psicología se ha ocupado del estrés centrándose en la percepción e interpretación que hacemos de las situaciones mediante nuestros pensamientos y emociones, así como de la falta de habilidad para utilizar adecuadamente los recursos que poseemos.

 
BERTA GUERRERO
PSICÓLOGA SANITARIA

 

 

viernes, 6 de noviembre de 2015

CIRCUITOS CEREBRALES DE LA EMOCIÓN

Las emociones primarias como son la alegría, la tristeza, el miedo, la ira, el asco y la sorpresa, van acompañadas de patrones de conducta tales como respuestas faciales, motoras, vocales, endocrinas y autonómicas, hasta cierto punto estereotipadas y comunes a todos los seres humanos independientemente de raza y cultura. Las emociones secundarias tienen un componente cognitivo más alto, y van siempre asociadas a las relaciones interpersonales.

La alteración de los sistemas neurales de los que dependen las expresiones emocionales, provoca grandes trastornos de conducta. Tanto en la emoción como en la cognición, tras los componentes conscientes, subyacen e interaccionan toda una serie de mecanismos cerebrales no conscientes que determinan de manera decisiva las características conscientes del pensamiento y la emoción.

La “emoción” es el resultado de múltiples mecanismos cerebrales que pueden ser distintos en emociones diferentes. Los componentes conscientes de las emociones no son cualitativamente diferentes de las percepciones cognitivas. Los mecanismos de procesamiento inconsciente que subyacen en ambos casos sí son diferentes, pero en los dos, la consciencia se produce cuando el mecanismo cerebral general del conocimiento consciente los capta e influye en su función.
La mayoría de los componentes de las respuestas emocionales se ponen en marcha de manera no consciente. Al ser los mecanismos neurales de las emociones evolutivamente más primitivos  que los de los procesos cognitivos, se ponen en marcha de manera inconsciente de un modo más inmediato que éstos. De ahí que los procesos cognitivos estén más sometidos a las emociones que a la inversa.

Respecto a la participación de los hemisferios cerebrales en las emociones, se ha demostrado que el hemisferio cerebral derecho está implicado en la comprensión y expresión de los aspectos afectivos del lenguaje y los elementos corporales de la expresión emocional, de modo que la mitad izquierda del cuerpo, que es la que controla este hemisferio, expresa las emociones en mayor medida y esto se pone en evidencia porque los músculos de ese lado de la cara, reflejan en grado más acusado la emoción que la mitad derecha de ésta.

Además, parece que las emociones positivas se encuentran en el hemisferio izquierdo, mientras que las emociones negativas se asocian al hemisferio derecho, esto se pone en evidencia en el estudio de casos, por ejemplo, de pacientes con lesiones en el hemisferio izquierdo que pierden en cierto grado la capacidad de experimentar sentimientos positivos y en ellos los cuadros depresivos son mucho más graves.


María Guerrero

Psicóloga Sanitaria FVP