SERVICIO DE CALIDAD

Ofrecemos atención personalizada, desde un abordaje integral y multidisciplinar, dirigida al paciente y a sus familiares. Realizamos presupuestos a medida.

DIFERENTES PERSONAS, DIFERENTES EDADES

Nuestras instalaciones y nuestro equipo de profesionales hacen posible la atención a personas de todas las edades, con diferentes trastornos, enfermedades o lesiones, y sus diversos síntomas o consecuencias (físicas, psicológicas, sociales, etc.)

ALQUILER DE INSTALACIONES

Nuestras instalaciones son novedosas en Aragón, debido a la singularidad de nuestra piscina terapéutica. Por ello, las ponemos a disposición de otras asociaciones y fundaciones, para que todos podamos aprovecharnos de los beneficios de esta Unidad Acuática y de Rehabilitación.

FORMACIÓN

El equipo multidisciplinar, el equipamiento y los materiales que tenemos en la Unidad nos permiten realizar cursos de formación destinados al avance y la mejora de los tratamientos de rehabilitación.

EQUIPO

El equipo de personas que consigue que esta Unidad salga adelante está formado por profesionales con gran entusiasmo, amplia experiencia y formación, y una calidad humana privilegiada.

Los profesionales de Trauma Aragón http://www.traumaaragon.com/, del Instituto Avanzado de Psicología Integral (IAPI) www.iapi.es y de Los Pueyos http://fundacionvirgendelpueyo.blogspot.com.es/ se unen para formar un equipo multidisciplinar destinado a la prevención, el desarrollo, la intervención y rehabilitación integral de personas con diferentes trastornos, enfermedades o lesiones, así como a la atención de sus familiares y cuidadores.


miércoles, 24 de febrero de 2016

SERVICIO ACCESIBLE PARA TODAS LAS FAMILIAS


NUEVOS TIEMPOS, NUEVOS PRECIOS


LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS (2º PARTE)

El ser humano posee la capacidad de adaptarse con facilidad al entorno que le rodea, concretamente a las situaciones o experiencias más próximas. Por esta razón los hijos pueden parecerse en muchos aspectos de su personalidad y comportamiento a uno de sus progenitores sin que ello se deba a factores innatos o hereditarios.
 
Generalmente, los niños suelen aprender aquello que ven y oyen más que lo que se les ordena directamente. Este tipo de aprendizaje se denomina aprendizaje por imitación, tienden a imitar todo aquello que ven en su entorno más cercano, normalmente en sus padres.
 
Cuando nos encontramos con conductas que resultan problemáticas o inadecuadas y queremos eliminarlas o convertirlas en adecuadas, necesitamos seguir una serie de pasos previos. Para conseguir un cambio exitoso en el comportamiento problemático de nuestros hijos es necesario, en primer lugar, describir la conducta que se pretende modificar de forma correcta.
 
Tendemos a describir las conductas de forma general y abstracta ("nos da mucha guerra") o a etiquetar a las personas cuando realizan una conducta que no nos gusta, en lugar de descalificar únicamente dicha conducta ("es desobediente", "es muy caprichoso", "es muy malo"). Estas afirmaciones o expresiones tan cotidianas y usuales son falsas y equivocadas porque no se centran en la conducta concreta que es nuestro objetivo a modificar. Para seguir un adecuado programa de cambio es necesario definir la conducta -objetivo- con claridad, en lugar de decir:
 
§  "Es desobediente"                              
§  "Es caprichoso"
§  "Es muy malo, se porta fatal"
 
Diremos lo siguiente:
 
§  Cuando le decimos que recoja los juguetes del salón, se niega y sigue jugando
§  Cuando va con su madre de paseo pide siempre que se le compren golosinas y, cuando no se le dan, patalea y llora sin parar
§  Cuando viene su primo a casa le pega y le grita cada vez que coge alguno de sus juguetes
 
Muchas personas piensan además que el comportamiento del niño es heredado, "es igual que su padre", "ha salido con el mismo genio que su madre", "es muy movida, se parece a mí". Estas afirmaciones o creencias son inadecuadas. No influye tanto la herencia como el ambiente. El ambiente más cercano como la familia y la escuela, son los verdaderos factores determinantes del proceso de aprendizaje del niño. Este ambiente nos permite variaciones, cambios que podemos producir para la adquisición de conductas no aprendidas todavía y para desaprender otras que son inadecuadas y desadaptativas.
 
 
Para llevar a cabo la modificación de una conducta, lo primero que debemos hacer es llevar a cabo la observación sistemática de dicha conducta. Tendremos que describirla de forma clara y concreta, en función de la intensidad con que se produce (cuánto llora, cuánto duerme…), de la frecuencia (cuántas veces se produce a lo largo de un día, una semana, un mes…) y la duración (cuánto tiempo dura la conducta, 5 min., 20 min., 1 hora…).
 
ANTECEDENTES Y CONSECUENCIAS DE LAS CONDUCTAS
 
A continuación observaremos el antes (antecedentes) y el después (consecuentes) de la conducta, es decir, nos centraremos en las situaciones ambientales que han creado la conducta y las que ha producido ésta. Sabemos que cualquier conducta es una respuesta a algo, es decir, si tenemos hambre, que sería el antecedente, nuestra conducta-respuesta será comer. Igualmente, cada vez que se da una conducta se producen unas consecuencias, así cuando comemos dejamos de tener hambre. Tanto los antecedentes como las consecuencias están incidiendo directamente sobre la conducta emitida.
 
Para identificar los antecedentes, deberemos hacernos preguntas como: en qué lugares, en qué momentos, con qué personas, en qué situaciones concretas. Las respuestas que demos a estas preguntas pueden ser probables antecedentes del comportamiento de nuestro hijo.
 
En cuanto a las consecuencias, éstas pueden ser muy diversas, generalmente se trata de la propia respuesta de los padres ante la conducta de su hijo. Pueden ir desde unas palabras de elogio, de aprobación o premios, hasta un castigo. Nos referimos a las recompensas o reforzadores positivos que aumentan la probabilidad de ocurrencia de un comportamiento, y al castigo como técnica para intentar extinguir una conducta. En cualquiera de los casos, estas conductas-respuestas de los padres se pueden convertir en reforzadores de la conducta no deseada. 
 
Entre nuestra propia conducta, cómo actuamos, y la conducta de los demás, es decir, su reacción ante lo que hacemos, se establecen varios puntos de interés que debemos tener en cuenta en la educación de nuestros hijos:
 
§  Toda conducta que va seguida de una recompensa tiende a repetirse
§  Cuando una conducta no obtiene ninguna recompensa, ésta desaparece porque no es aprendida
§  Muchas conductas las aprendemos por observación, imitando lo que vemos en otras personas de nuestro entorno
§  En algunas ocasiones, cuando una conducta va seguida de consecuencias desagradables tiende a desaparecer
 
La importancia de los adultos en la adquisición de las habilidades sociales de los menores, es fundamental. Por este motivo hemos señalado varios objetivos a alcanzar para conseguir un óptimo aprendizaje:
 
1.- Ofrecer un modelo adecuado. El adulto debe ser consecuente con su comportamiento, debe ser habilidoso, en definitiva, debe mostrar a su hijo todo aquello que quiere que aprenda. Recordemos que el aprendizaje por imitación convierte a los padres en auténticos modelos a seguir por sus hijos.
 
2.- Valorar los aspectos positivos. Es necesario alabar y elogiar a un niño cuando realiza una conducta adecuada, para reforzarla y así quede aprendida. La recriminación es negativa y fomenta en el niño un alto grado de inseguridad. Valorar los aspectos positivos de su comportamiento nos ayudará igualmente a conseguir nuestros objetivos y además desarrollar en el niño su autoestima y su autonomía.
 
3.- Facilitar el pensamiento divergente es otro modo muy útil para fomentar la individualidad y autonomía de nuestros hijos. Se trata de darles a elegir entre diversas soluciones a sus problemas cotidianos para que decidan ellos mismos. Así aprenderán a solucionar sus propios problemas. Si nuestro hijo llega a casa y nos cuenta que le han quitado su juguete en el colegio, podemos hablar con él y preguntarle qué cree él que debería hacer la próxima vez, qué solución es la que más le gusta o interesa y por qué, cuál podría dar mejor resultado… Este diálogo es mucho más aconsejable que una reprimenda por haber perdido el juguete.
 
4.- Por último, los padres deben fomentar los ambientes en que sus hijos tienen que relacionarse con otras personas, bien con adultos o bien con otros niños. Es importante que los niños aprendan a relacionarse y vayan desarrollando sus habilidades de comunicación en distintas situaciones sociales.


Parece que la forma más adecuada de conseguir que una conducta adecuada y deseada se mantenga y se aprenda es mediante lo que nosotros llamamos Refuerzo Positivo. El procedimiento consiste en recompensar, bien sea con premios o bien con halagos, el comportamiento que queremos aumentar en nuestros hijos.
 
Si deseamos ayudar a nuestros hijos a desaprender conductas indeseadas y a adquirir en su lugar conductas más adecuadas, deberemos cambiar nuestra forma de recompensar o no sus acciones.
 
Un reforzador positivo es un evento que presentado inmediatamente después de la conducta que pretendemos fomentar aumenta la probabilidad de que ésta se repita y sea aprendida por el niño. Así, cuando una madre le pide a su hija que baje a comprar el pan y a cambio recibe un halago o un premio (caramelos) por hacer el recado a la primera sin tener que repetírselo, la niña estará dispuesta a hacer los recados en cuanto su madre se lo pida. Actuando así conseguimos que nuestros hijos aprendan a realizar una serie de conductas que van a contribuir a su desarrollo personal.

BERTA GUERRERO
PSICÓLOGA SANITARIA

viernes, 19 de febrero de 2016

LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS

El nacimiento de un hijo suele generar en los padres una preocupación importante sobre su educación, ¿cómo conseguir un ambiente familiar adecuado y satisfactorio para todos los miembros de la familia?

Muchas de las conductas que observamos en los niños, así como en el resto de las personas, son fruto de un aprendizaje que comienza en los primeros momentos de vida. El conocimiento de los principios psicológicos que rigen este aprendizaje nos va a permitir llevar a cabo una educación mucho más rica. Estos principios nos facilitan las herramientas básicas para conseguir un adecuado desarrollo personal de nuestros hijos, así como un clima familiar positivo y enriquecedor.

El objetivo fundamental de una intervención psicológica de este tipo es dotar a los padres de estrategias para afrontar las dificultades más comunes a la hora de educar a sus hijos con el doble fin de tratar los problemas actuales y prevenir la aparición de otros que pudieran terminar afectando a la relación entre padres e hijos.

Partimos de la importante influencia de los padres en el aprendizaje de sus hijos. Principalmente en los primeros años de vida, los padres se convierten en el único referente que tiene el niño del mundo. Por tanto, va a aprender todo aquello que vea reflejado en sus progenitores como únicos y principales modelos en su vida.

Inicialmente, es importante saber qué conductas estamos fomentando y cuáles no, y si las conductas que reforzamos son las adecuadas. Debemos tener en cuenta que cualquier reacción por parte de los padres, bien sea un elogio o bien una reprimenda, durante o inmediatamente después de cualquier conducta del hijo, aumenta la probabilidad de que dicha conducta se repita. Si sólo prestamos atención a sus acciones cuando llora, pega, moja la cama o da la lata, estaremos reforzando esas conductas, pues con ellas el niño estará consiguiendo que le prestemos esa atención que reclama. Si por el contrario, cuando el niño realiza conductas adecuadas y mantiene un comportamiento correcto no le prestamos atención considerando que es "lo que debe hacer", no reforzaremos esas conductas, con lo que estaremos contribuyendo a que el niño deje de hacerlas. De esta manera, las conductas no reforzadas, no llegarán a aprenderse.

Al igual que nos vamos a centrar en dar a conocer estrategias para el manejo de situaciones problemáticas, pretendemos también dar una serie de pautas dirigidas a fomentar en los niños valores como la autoestima o autonomía persiguiendo como objetivo un mejor desarrollo tanto en el ámbito personal como social.
 
 
Cuando un niño nace, no sabe comer, hablar, andar, jugar, leer… Todas estas habilidades y comportamientos, junto con otros muchos, los va a ir aprendiendo a lo largo de su vida en función de su desarrollo.

Sabemos que las conductas forman nuestro comportamiento y que existen varios tipos de conductas. Así, cuando el niño habla realiza una conducta verbal; cuando llora o ríe está llevando a cabo una conducta emocional; cuando piensa, fantasea o imagina, realiza una conducta cognitiva; y, cuando gatea, camina o corre, está realizando conductas motoras. Todas estas conductas pueden estar determinadas por dos tipos de factores:
 
§  Factores innatos. Entre ellos nos encontramos con los factores genéticos determinados por la herencia, las conductas reflejas y los impulsos, necesidades y conductas heredadas.

§  Factores adquiridos o aprendidos.

Salvo algunas características básicas como el sexo, el color de los ojos, la constitución corporal o la inteligencia, la mayoría de ellas se ven influenciadas por el ambiente o el entorno que nos rodea. De hecho, aunque un niño posee ciertas predisposiciones naturales, éstas no pueden desarrollarse por sí mismas. Por ejemplo, si un niño tiene un nivel de inteligencia suficiente, pero no es escolarizado, probablemente será analfabeto.

A lo largo de próximos artículos, nos centraremos en los factores aprendidos. La principal característica de estos factores es que son susceptibles de modificación. Casi todos nuestros pensamientos, sentimientos y formas de comportarnos los vamos aprendiendo a lo largo de nuestra vida. Y al igual que cambia nuestro entorno, cambiamos nosotros con él. Por tanto, todo aquello que cambia nos permite aprender y todo aquello que aprendemos nos permite cambiar.


BERTA GUERRERO
PSICÓLOGA SANITARIA

viernes, 12 de febrero de 2016

SIGNOS NEUROLÓGICOS EN LA INFANCIA

IMPORTANCIA DE LOS SIGNOS NEUROLÓGICOS MENORES EN LA EVALUACIÓN NEUROPSICOLÓGICA INFANTIL

Los signos neuropsicológicos menores (SNM) o signos blandos, guardan una estrecha relación con la disfunción cerebral mínima infantil (DCM), pues de manera habitual son su expresión neuroconductual.
 
Aunque inicialmente se consideraron únicamente los signos neurológicos de naturaleza motora, posteriormente se han ido incorporando otras alteraciones neurológicas relacionadas con funciones sensoriales cognitivas.
 
Actualmente, se asume que los signos neurológicos menores son la expresión de alteraciones neurofuncionales del sistema nervioso. Tienen mayor expresividad en la infancia, mientras que en la edad adulta no se manifiestan de un modo tan explícito en la exploración neuropsicológica. El número y la intensidad de los signos neurológicos menores suele disminuir con el paso del tiempo, y suelen estar relacionados con la capacidad cognitiva del niño, aunque muchas veces los signos neurológicos menores se presentan en niños sin dificultades en cuanto a capacidades cognitivas.

Encontramos dos tipos de clasificaciones de los SNM:

La clasificación etiológica (según la causa o naturaleza evolutiva)

1.       Signos característicos de inmadurez neurobiológica
 
Determinados signos neurológicos infantiles son de tipo evolutivo y reflejan un estado de inmadurez neurológica más que una disfunción cerebral real. Es habitual que dichos signos, indicativos de un retraso neuroevolutivo, tiendan a desaparecer con el paso del tiempo, por lo que no resulta fácil determinar si realmente implican una alteración neurológica. Estos signos son los siguientes:

-         Dificultades en el reconocimiento de derecha-izquierda
-         Retraso en el inicio de acontecimientos madurativos como mantenerse en pie, empezar a caminar o inicio del habla
-         Trastornos de la articulación de lenguaje
-         Deficiente capacidad para realizar movimientos en espejo
-         Retraso en la definición de la lateralidad
-         Alteraciones ligeras de la coordinación motriz
-         Deficiencias de la estructuración espacial
-         Signos motores alterados: sincinesia (movimientos involuntarios e inconscientes que se caracteriza por la contracción no voluntaria de un grupo muscular al realizar otros movimientos voluntarios), disdiadococinesia (dificultad o la imposibilidad para ejecutar movimientos alternantes rápidos, es característico de las lesiones en el cerebelo).
 
2.       Signos neurológicos inequívocos de un daño cerebral
 
Algunos reflejos patológicos son signos patognómicos inequívocamente asociados a disfunción del sistema nervioso. Estos signos se caracterizan porque no desaparecen con el paso del tiempo:
 
-          Nistagmo
-          Estrabismo
-          Asimetría craneal
-          Hemiparesia residual
-          Tono muscular asimétrico
-          Ptosis palpebral
-          Asimetría sensorial
-          Alteraciones ligeras en el EEG
-          Babinski positivo
-          Disartria
-          Modificaciones en la respuesta pupilar
-          Reflejos asimétricos o anómalos
 
 
 

La clasificación semiológica (según su expresión y significado)
 
1.       Signos psicomotores

Los signos psicomotores se manifiestan por la presencia de alteraciones en la ejecución de actividades motoras voluntarias o en el ajuste de los automatismos motores. Están causados por alteraciones en áreas del sistema nervioso que regulan los movimientos (lóbulo frontal, cerebelo, ganglios basales, nervios craneales, etc.). Incluyen manifestaciones diversas como hiperactividad, alteraciones del tono muscular, reflejos anormales o trastornos de coordinación y el equilibrio.

2.       Signos sensoperceptivos

Son manifestaciones de disfuncionalidad que afectan especialmente a las zonas de asociación posteriores del córtex cerebral y se expresan por la dificultad para codificar los estímulos sensoriales. Aquí se incluyen diversas agnosias y trastornos perceptivos que afectan especialmente a los sistemas visual, auditivo y táctil. También pueden estar implicadas otras estructuras como el cuerpo calloso, encargado de sincronizar las respuestas sensoperceptivas de ambos hemisferios.

3.       Otros signos de expresión polimórfica

Numerosas manifestaciones de disfuncionalidad no pueden ser consideradas propiamente como psicomotoras ni sensoperceptivas, sino que constituyen una miscelánea de manifestaciones: trastornos del lenguaje, dificultades de aprendizaje, alteraciones en los procesos cognitivos o presencia de signos positivos en pruebas neurofisiológicas o de neuroimagen.
 
MARÍA GUERRERO
PSICÓLOGA SANITARIA Y NEUROPSICOLOGÍA
 

miércoles, 3 de febrero de 2016

UNIDAD DE DESARROLLO INFANTIL

En la UNAR damos respuesta a los problemas de niños y niñas, cuyas familias y colegios no saben cómo resolver.
 
En todos los colegios existen alumnos y alumnas con dificultades académicas, a las que no se les da la explicación acertada y por tanto, tampoco la solución adecuada, es entonces cuando aparece el denominado “fracaso escolar”. Es importante recordar que cada situación es distinta y sus causas muy diversas.
 
Hay que saber analizar cada caso, ya que pueden aparecer problemas como resultado de un proceso neuromadurativo diferente, como manifestación de disfunción cerebral, o debido a un estado de ansiedad elevado y mantenido en el tiempo, etc. Por ello, es indispensable detectar y relacionar adecuadamente todas las variables para realizar un diagnóstico diferencial.
Además, la aparición de una alteración de conducta, como consecuencia de otro trastorno subyacente, es muy frecuente. En la mayoría de los casos, hay síntomas o señales que nos indican la probable aparición de un trastorno de conducta. La anticipación y prevención siempre es fundamental. Pero a menudo se actúa de forma inadecuada, el comportamiento empeora y esto impide detectar el trastorno primario, así como solventar los problemas de conducta, provocando situaciones complicadas tanto para los colegios como para las familias.
El abordaje de este tipo de problemas requiere una atención especializada y sanitaria, y no únicamente educativa.
En la UNAR tenemos un Servicio de orientación, apoyo e intervención cuyo objetivo es poder ayudar a otros profesionales, a familiares, y especialmente a niños y niñas con dificultades. Un Servicio especializado con profesionales de diferentes disciplinas dentro del ámbito Sanitario, que ofrece una respuesta de calidad, al alcance de todos, dentro de sus instalaciones así como en cualquier centro donde existan necesidades.
 
María Guerrero
  Psicóloga Sanitaria